Opinión | Crónica Política

La coordinación

Días atrás, Faro de Vigo reiteraba una noticia acerca de las actuaciones y planificaciones de los tres aeropuertos gallegos. Porque es lo cierto, que tanto Alvedro, como Peinador y desde luego Santiago están actuando como visitantes de un zoco turco en el que el que el que hace la mejor oferta se lleva lo subastado. Y todo ello con dinero público, lo que supone una contradicción: para los ayuntamientos y sus aeropuertos es bueno porque las tarifas bajan con la pugna, pero los intereses de los usuarios aumentan en los concellos que pierden la puja, al tener mas demanda que posibilidad. Ocurre, que el ofrecimiento generoso de una coordinación por parte del Gobierno gallego, en realidad tendría que ser una acción propia. Y como no existe, se tiene que admitir la existencia de un fallo.

¿Qué fallo? Pues, sencillamente, el que se deriva de que las Xuntas que hasta ahora han sido, en vez de aplicar esa coordinación la han eludido. Cumple decir que la organización viene siendo reclamada por los municipios desde hace tiempo, sin que la cuestión haya quedado resuelta. Y todavía más extraño es, que los municipios han recibido ayuda más en función de su equipo político que de la búsqueda de eficacia para la ciudad. Todos recordaran que Vigo fue favorecido cuando el PSOE, A Coruña cuando el PP mandaba y Santiago siempre porque además es la capital donde se ubica la Xunta de Galicia. O sea, que una vez más, el que tiene padrino se bautiza –en cualquier religión– y el que no lo tiene se fastidia.

Ahora mismo, lo único que esta claro es que Galicia esta perdiendo el “duelo aeronáutico”, con respecto al aeropuerto portugués de Oporto. A estas alturas nadie puede discutir que esa primacía lusitana crece, como también lo hace la dependencia gallega. La competencia es algo lícito, y por tanto no procede quejarse ni aullar a la luna, si no ponerse a trabajar en serio para mejorar la propia. En este sentido queda mucha tarea por hacer, pero la condición sin la cual no podría hacerse es sumar esfuerzos , articularlos bien y especializar en cierto modo las ofertas que desde aquí puedan formularse. La experiencia de otros asuntos, también de país, enseña que tres pueden más que uno, si suman y no se restan, porque los tamaños y recursos se equilibrarían.

La historia de este Antiguo Reino demuestra que casi siempre que Galicia ha pretendido triplicar o más servicios importantes, no todos los resultados han sido los que se deseaban. Porque, y merece la pena insistir en ello, la división no logra lo que la unión en ocasiones: más fuerza. Ésa es la principal de las carencias que tiene esta tierra en términos políticos: la escasa, por no decir nula, influencia de que dispone a la hora de la verdad ante las decisiones estratégicas que atañen a la población. A estas alturas, no parece opinable sostener que esa influencia existe, y menos aún defender que hay alguien que la aporta pensando en el bien de Galicia. Porque, de momento, eso no esta demostrado.

Cuanto se comenta se dirige, otra vez, a la búsqueda de un pacto de mínimos para que aquellas cuestiones, las estratégicas, tengan un respaldo suficiente como para ser aceptadas por quien debe. Por eso, la coordinación de los aeropuertos es de necesidad doble: por una parte, para reforzar sus actividades, y beneficiar a la población y dar ejemplo de que se puede hacer cualquier cosa siempre y cuando exista voluntad común. La otra, para servir de preferente de cara a la consecución de éxitos que Galicia necesita. Desde lo que se refiere a los aeropuertos hasta lo del Corredor Atlántico, el remate del AVE y, sencillamente, una mejoría apreciable en las soluciones que se dan a los abundantes problemas que se padecen.

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